Sabina y Lucrecia. Comentario de la obra

Un texto que sin ser contemporáneo alude profundamente a la figura de la mujer y los mandatos sociales que pesan sobre ella. La puesta es arriesgada y desafiante.
La obra Sabina y Lucrecia arranca la primera escena con una invitación a la intimidad a través de la música, la flauta nos va dejando ver los rostros, las expresiones en los ojos de estas dos figuras, estas dos mujeres. Lucrecia y Sabina a través del frío, del cansancio, sus voces y su forma de ser entran en el espejo, en la continuidad de las frases, en el contrapunto,y se van desdoblando en más de un actor/actriz. Y de esa manera nos vamos adentrando también en la casa, poco a poco estas dos mujeres una más seria y enojona, la otra parte de una locura feliz, van desandando los mandatos sociales que pesan sobre ellas. Se dan a la conquista de un territorio diferente y nuevo, la casa, antes la morada de la infancia hoy un misterioso campo de lucha a punto de estallar. Ellas están solas, despojadas de todo, de vínculos de familia, de afectos y en ese instante entre cajones y mesas, entre cuchillos y luces... las noches y los días se deslizan sin pausa pero sin alivio a sus tormentos.
Por la ventana una nueva luz y las preguntas de siempre, la anormalidad como aquel momento en donde uno no logra completar los requisitos que impone el sistema, el orden, la limpieza, el plato de comida. Las actuaciones tiene mucha fuerza y dedicación a esta tensión constante entre locura y normalidad, entre mujer y hombre, noche y día, violencia y ternura. Es ahí donde se instala la mirada, en los cuerpos entregados a la historia, donde están las huellas de los abusos y la soledad. Sabina y Lucrecia con su casi desnudez, su casi vestido, su casi abrigo, coherentes con ese momento de transición aunque ellas parecen no saberlo, casi están libres, pero no, casi están locas, o casi cuerdas. Las vemos y las queremos abrazar, decirles que no están solas, que todo pasó, y pueden empezar de nuevo. Sin embargo, ellas no parecen escucharnos y ese es el desafío con el que nos vamos.

La obra de Alberto Adellach, adaptada y dirigida por Rubén Andalor, protagonizada por Érika Janson, Nicolás Martínez y Ger Dé y con la música en vivo de Pablo Reynoso, se presenta los viernes de mayo a las 22 hs en el Teatro La Chacarita (Jacinto Ríos 1449).Entrada general: $150; jubilados y estudiantes $120.
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