Damiana. Comentario de la obra.

Foto Senon Sosa- Damiana en la Capilla del Buen Pastor- Festival Teatro Mercosur

Mi cuerpo es mío… ¿para qué lo quiere?
La identidad robada, el avasallamiento de los pueblos originarios, más tarde “la ciencia” y la violencia de género son impensadas en un misma historia, sin embargo en el caso de Damiana-Kryygi se reúnen en su corta vida.

Por Guadalupe Pedraza

En Damiana, una historia silenciada, unipersonal de Raquel Martínez, la actriz le presta su voz y su cuerpo a la niña Aché (comunidad originaria de Paraguay) raptada en 1896 por colonos blancos cuando tenía unos dos años, llevada para la servidumbre a la Argentina y tenida como objeto de investigación por antropólogos y médicos de la época. La historia cuenta que a la edad de 14 años la declaran ninfómana, la llevan a un psiquiátrico y a los dos meses fallece enferma de tifus. Su cuerpo es otra vez tomado por la “ciencia” y deciden cortar su cabeza y enviarla a Alemania para su estudio, mientras que su cuerpo queda en Buenos Aires. Hace algunos años sus restos fueron devueltos de los museos a la comunidad Aché que 114 años después, aún la llora y siente su pérdida. Este relato es llevado a escena como testimonio por el grupo Hara Teatro de Paraguay, su director Wal Mayans, pedagogo y destacado coreógrafo, escribe el texto, un texto dramáturgico fragmentado, nunca lineal, casi no hay diálogos, esto permite varias voces en una poética propia, qué nos cuenta el artista, qué nos contaría Damiana, qué cosas decían los doctores, por eso el texto tiene pasajes en alemán, castellano y guaraní.  El otro dispositivo es el espacio, intervenido por camas de hospital, proyectores, y una serie de elementos de rica significación y manipulados con precisión increíble por la actriz. Ese espacio escénico de difícil acceso, donde parte del público va a estar incluido y parte va a quedar afuera, provoca varios puntos de vista y que las acciones de Raquel Martínez sean seguidas hasta de pie para poder verla. Esa dificultad para verla es interesante, porque también la luz está estratégicamente colocada de una manera que es otro parlamento que a veces ilumina escrutando a Damiana y otras veces nos vela el color exacto de su piel, entones la sentimos, la percibimos, escuchamos sus aullidos, suspiros, movimientos, aleteos, gestos, ella está entera y comienza a respirar entre nosotros. La entrega de nuestra actriz, tanto en el manejo de objetos, de su registro vocal, como de su energía es impactante. El relato sin concesiones, el ritmo sin pausas, pero que no adormece la sensibilidad del espectador en ningún momento, acompañado por una música variada instrumental y cantada, no hace exhibicionismo de la violencia o la desnudez del cuerpo de Damiana, ese territorio en conflicto. Porque allí se ve que es el cuerpo el espacio, el lugar de la moralidad, de la ideología, donde el poder inscribe sus mandatos, sus reglas. Te miro, te esculpo, te escindo, te rompo, te mido, te peso, te analizo en nombre del hombre, en nombre de  toda la humanidad, que mi poder es el poder que tiene la ciencia para saber, y vos sos el instrumento, el cuerpo que me lo va a permitir. La danza de Raquel Martínez con distintos vestidos hilvana distintos momentos de la historia, que son las varias muertes de Damiana, hasta el final que aparece con un collar de plumas y una falda de tules blancos.

 La belleza natural del arte vivo y comprometido de Hara Teatro es como un viento que agita, despeina, nos llena de preguntas y nos desafía. Como la lluvia fuerte de Paraguay, ha regado nuestra tierra y este suelo ya no será el mismo después de su visita.


Ficha técnico-artística
En escena: Raquel Martínez
Equipo Cretivo: Marcos, Greta,  Nancy, Alba Tottil Rojas, José Tottil Rojas
Dirección: Wal Mayans

+info:
Audio producido en Radio Revés

http://vos.lavoz.com.ar/escena/damiana-una-denuncia-en-teatro-danza