Moliére, mi secreta sepultura. Comentario de la obra.

Foto DANI GONZALEZ

Por Guadalupe Pedraza

La historia de Moliére puede muy bien ser la historia de cualquier actor de nuestros días. Por eso es en cierto modo un homenaje a la raza, una caricia para los desvelados por el fuego del teatro, ese que se enciende en horas gitanas a pesar del silencio o de la indiferencia.

El teatro es una experiencia tan viva hoy como en su comienzo. Las comparaciones son odiosas, lo sabemos, pero desconocer la historia de lo que hacemos, es de una ignorancia imperdonable. Muchos actores y actrices se vieron identificados en distintos pasajes con esta obra, que entiende la profesión, las soledades y las glorias soportadas.

El texto de Wal Mayans, "Moliére, mi secreta sepultura" escrito en el comienzo de este siglo, es fantástico, lo que hace al  poner en la pluma de Moliére cartas imaginarias es un trabajo poético de gran belleza y con un impacto fuerte.
En ellas se enfrenta al momento de la verdad, y esa es la obra, un Moliére decidido y potente pero nostálgico y moribundo, frente a él mismo, a Dios, a sus amores, a su maestro y por supuesto frente al público. La única carta que no es escrita, es la obra, este hecho en si mismo es una carta para cada espectador.

Era necesario que fuera un actor venido de lejos el que traiga este regalo al público de Córdoba que se agradece profundamente.

Actor Nelson Arce (Paraguay)
Técnica Daniel Patiño
Dirección y dramaturgia Wal Mayans