*Entrevista con Gastón Palermo

Córdoba/ Argentina
Del Vacío a la búsqueda.
Comparte su visión del teatro en Córdoba, la influencia de sus maestros Oscar Rojo y Paco Giménez y su paso por Buenos Aires. Y la obra de teatro “Basada en hechos reales”.


Foto de "Basada en hechos reales"
¿Qué te llevo a elegir el teatro como oficio, como forma de vida?
De chico el deseo por estar en escena y disfrutar mucho el transitar y el crear, los procesos creativos me divierten mucho. Los resultados también, poder estar en escena, estar ahí. Mover los hilos en escena me gusta. Y como oficio, en cuanto a lo profesional, apenas empecé literalmente como cuando uno empieza y tiene que elegir una carrera, ya ahí me traté de plantear hacer lo posible en torno a encontrar una veta laboral sin abandonar lo artistico pero encontrar una salida laboral.
¿O sea de chiquito ya sabías lo que querías hacer?
No, no era Andrea del Boca, digamos. Pero yo iba al Garzón Agulla, ahí hay una especialidad en arte, y cuando empecé en tercer año a hacer teatro, me empezó a gustar, me empecé a meter. Después hice un taller afuera y cuando empecé en la Universidad (UNC), me formé afuera y siempre me apoyé en la producción. En términos de aprender haciendo trataba de hacer más que muchos talleres, tratar de producir una obra y ahí es donde realmente más me funcionó, aprender llevando un proceso adelante y hacerlo, mostrarlo, que no se quede solamente en lo institucional o educativo. Eso es lo que fui encontrando.
¿Y en cuánto a la formación?
Me recibí del Dpto. de Teatro de la UNC, “Basada en hechos reales” es la tesis. Me formé con Oscar Rojo, como algo paralelo a la universidad durante cuatro años. Y seguí como la perspectiva del Paco (Giménez) asociado a la universidad y a su taller privado. Esa es la línea que más investigué y la tesis también digamos tiene que ver con los procesos de creación relacionados a las estéticas y a las propuestas de estos dos hacedores de Córdoba. Y para mí ellos son mis maestros, maestros en términos oníricos que uno plantea y todas las personas con las que me formé, pero esos fueron como mis guías para ponerme a favor o en contra de ellos. Yo como referente tengo cosas en contra y a favor de lo que veo de ellos o veía de ellos. Ya estoy hace muchos años despegado de ellos, pero a partir de ellos es que empecé a poder decidir, elegir, aprender, todas esas cosas. 
Foto de "Basada en hechos reales"

Quien sabe moverse
Es un tipo agradecido y muy honesto. Cuando terminó la carrera en Córdoba se instaló en Buenos Aires y pasó por las manos de Cristina Benegas. Con un propósito claro en el terreno de la vida, unirse al arte con sus muchas inquietudes y mover el aire del público, develar su verdad, su búsqueda en la puesta en escena.
En su trabajo busca revalorizar la teatralidad y presentar por sobre todo un trabajo digno, sin pretensiones opulentas, ni grandes promesas, pero con un verdadero compromiso de entrega.
Reconoce un vacío que tiene que ver con su vivencia personal, pero también con la experiencia artística en una Córdoba que presenta producciones que le gustan muchísimo, pero que carecen en su mayoría de una disciplina rigurosa, del trabajo vocal, en donde vivir de la profesión aparece como una hazaña, cosas en las cuales pudo fogonearse en Buenos Aires durante los últimos dos años. Interesado por el movimiento más que por la danza, se preparó tanto acá como allá, cuestión que le permite impulsar el entrenamiento físico actoral desde un taller con el aval de la UNC que dicta actualmente en el CEPIA. Ese mismo conocimiento le ha valido la convocatoria por parte del coreógrafo Adrián Andrada para dirigir uno de los proyectos del Fest Mover. Va a estrenar “Oda al tunga” en noviembre con un grupo de actores de los pesos pesados de la escena cordobesa como Galia Kohan o Giovanni Quiroga. Lo más importante de la propuesta, es un encuentro de amigos que va a jugar con el eje del cuarteto en solamente diez ensayos.

Mostrar el deseo y hacer desear
Si bien en Buenos Aires pudo vivir de la actuación y aún tiene compromisos allá. Su búsqueda lo trajo de vuelta a la docta. Donde repone durante todos los domingos de setiembre la obra resultado de su tesis, “Basada en hechos reales”.
Foto de "Basada en hechos reales"
Es una puesta escénica muy humana, nos conduce directo y sin rodeos ni artificios a la conciencia de que el espectáculo es un momento efímero y brutalmente presente y sobre todo que está frágilmente sostenido por la mirada del público. Está basada en el hecho de que estamos vivos y vivimos pensando que somos inmortales, como si a la vida la sacáramos de un pozo inagotable...
El humor, el absurdo, el disparate rompen y a la vez son colchón, condición necesaria de la caída del actor en alguien que no es, pero que sigue mostrándose como si fuera él mismo. La pretensión de desnudar la piel ficcional de la realidad y viceversa. La exigencia de la exhibición.
Genera risas porque incómoda y alerta, mira de frente y a los ojos como en un café concert, interactúa, rompe la cuarta pared (esa conformada por las gradas donde está sentado el público), se acerca mucho, permite sentir su sudor, su energía, hasta abrazar y besar al público.
La obra llora y gime por los ojos de una cámara filmadora, que registra y pone en evidencia los rostros iluminados, la presencia de cada uno en la sala. La obra es quien la actúa indudablemente esmerada en jugar con las fronteras del drama y la comedia, de lo clásico y lo contemporáneo, mezcla objetos y textos, acrobacias abstractas y relatos verídicos para sorprender, estrategias ingeniosas para burlar los lugares comunes, quizás, los estereotipos.
Hacete un Hamlet
Un actor joven muestra su cuerpo que entrega obediente al ritual del teatro, sacrificando sus emociones propias para modificar la atmósfera, cuantas veces el escenario lo requiera, como una caprichosa bestia que mortifica la moral y el ánimo que lo sujeta a la vida, su voz y sus músculos son fuerzas pendientes del intempestivo evento, que debe continuar, debe acontecer-lo.
Este es el conflicto que se sirve en esta cita escénica donde no faltan ni el vino ni el chocolate. Un encuentro que tiene amor, insinuación, evocaciones eróticas y guiños a la sociedad de consumo, de los medios de comunicación masiva, de las torpezas de la cultura mal atendida.
El vestuario es otra piel, esa que se va sacando el actor a medida que sube la temperatura de lo que se está cocinando con el público, una empatía in crescendo.
Convence porque es simple y transparente. No muestra más de lo que tiene. Y aunque la exhibición es el eje transversal de la obra, no se repite y mantiene los pies en la tierra. Fue difícil no encontrarse con su humor y terminar por compartirlo. Sencillamente seducción irresistible.

Basada en hechos reales” se pudo ver::
Setiembre 2012 en DocumentA/Escénicas